martes, 20 de junio de 2017

LA POETICA DE ARISTOTELES (capitulo 6-10)

Una tragedia, en consecuencia, es la imitación de una acción elevada, enriquecida en el lenguaje, con adornos artísticos adecuado para las diversas partes de obra, presentada en forma dramática. Por “lenguaje enriquecido con adornos artísticos” quiero decir con ritmo, armonía y música sobre agregados, y por “adecuados a las diversas partes” significo que algunos de ellos se producen, solo por medio del verso, y otros a su vez con ayuda de las canciones.
Ahora bien, puesto que los hombres representan las acciones, se deduce en primer lugar que el espectáculo debe ser parte del todo, y en segundo término la melodía y la dicción: estas dos son el medio de su imitación. Aquí por dicción quiero decir solo esto: la composición de los versos, y por melodía lo que se entiende sin esfuerzo.

La fábula, en nuestro presente sentido del término, es simplemente esto: la combinación de los caracteres en favor incidentes, o sucesos acaecidos en la historia. Hay pues en efecto seis partes en cada tragedia, en conjunto, esto es, de tal o cual cualidad: la fábula o trama, los caracteres, la dicción o elocución, el pensamiento, el espectáculo y la melodía.

La tragedia es en esencia una imitación no de las personas, si no de la acción y la vida, la felicidad y la desdicha. En un drama, entonces, los personajes no actúan para representar los caracteres; incluyen los caracteres en favor de la acción. De modo que es la acción en ella, es decir, su fabula o trama la que constituye el fin o propósito de la tragedia, y el fin es en todas partes lo principal.

Hemos establecido que una tragedia es una imitación de una acción que es completa en si misma, como un todo de cierta magnitud; pues un todo puede carecer de magnitud para hablar de él. Ahora bien, un todo es aquello que posee principio, medio y fin. Un principio es aquello que necesariamente no adviene después de algo más, si bien algo más existe o acontece después de esto. El fin, por el contrario, es lo que naturalmente se deduce de algo más, ya como una consecuencia necesaria o usual, y no es seguido por nada más.

De la misma manera, entonces, así como un todo bello hecho de partes, o una bella criatura viviente debe ser de determinado tamaño, pero de un tamaño captable por el ojo, de igual modo una trama o argumento tiene que poseer cierta extensión. Según una formula común general, “una extensión que permite al héroe pasar por una serie de probables o necesarias etapas de la desdicha a la felicidad, o la felicidad a la desdicha”, puede bastar como límite para la representación de la trama.

La unidad de la fábula no consiste, según algunos suponen, en tener un hombre como héroe. La verdad es que, así como en las otras artes imitativas una imitación es siempre de una cosa, de igual modo en la poesía la fábula, como imitación de la acción, un todo completo, con sus diversos incidentes tan íntimamente relacionados que la transposición o eliminación de cualquiera de ellos distorsiona o disloca el conjunto. Por tal causa aquello que por su presencia o ausencia no provoca ninguna diferencia perceptible no constituye ninguna parte real del todo. 

La distinción entre el historiador y el poeta no consiste en que uno escriba en prosa y el otro en verso; la diferencia reside en que uno relata lo que ha sucedido, y el otro lo que podría haber acontecido. De aquí que la poesía sea más filosófica que la historia y de mayor dignidad que la historia, puesto que sus afirmaciones son más bien del tipo de las universales. Por proposiciones universales hay que entender la clase de afirmaciones y actos que cierto tipo de personas dirán o harán en una situación dada.
En la comedia esto ya ha quedado claro, pues los poetas cómicos construían sus fabulas a partir de acontecimientos probables, y luego añadían algunos nombres según su capricho; ellos no escribían como los poetas yámbicos, sobre personas particulares. En la tragedia, sin embargo, se adherían todavía a los nombres históricos, y por esta razón lo que convence es lo posible.

 De las fabulas simples y de las acciones lo peor resulta lo episódico. Llamo episódico a una cuando no existe probabilidad ni necesidad en la secuencia de los episodios. La tragedia, por consiguiente, es una imitación no solo de una acción completa, sino también de incidentes que provocan piedad y temor. Tales incidentes tienen el máximo efecto sobre la mente cuando ocurren de manera inesperada y al mismo tiempo se suceden unos a otros.


Las fabulas son o simples o compuestas, puesto que las acciones que representan obedecen naturalmente a esta doble descripción. Llamo simple, cuando el cambio en la fortuna del héroe se realiza sin peripecia, ni reconocimiento; y compleja cuando ella encierra una u otra de estas desventuras, o ambas; deben surgir de la estructura de la fábula misma, de manera que resultan ser la consecuencia, necesaria o probable de los antecedentes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Imagen 1 En el mar nos encontramos a solas, A solas en el mar nos encontramos, Tan solo para reflexionar y mirar, Lo que en e nuestras ...